Un "resto U" francés.
Escrito el 3 de octubre de 2008.
Editado el 9 de octubre de 2013.
Son las 7 pm. Estoy cansado y no quiero hacer de comer, pero tengo hambre. Decido ir a comer al comedor universitario que queda justo detrás de mi estudio. Llego, no hay mucha gente haciendo fila. Tomo mi bandeja, la deslizo por las barras poniendo a la vez algo de comer y muy rápido me encuentro frente a la señora que cobra. Pago. Tomo de nuevo mi bandeja y me doy media vuelta buscando un sitio donde sentarme. En eso, veo a una de mis estudiantes de español de la facultad de letras. Está sola en su mesa. La conocí unos días antes en nuestro primer curso. Como está sola, me digo que podría ir a comer a su mesa. Vacilo pero finalmente lo hago. Le sonrío y ella se quita los auriculares de los oídos. Sonríe. La chica es joven. Acaba de entrar a la universidad a estudiar… no me acuerdo qué, en la facultad de letras. En todo caso, el español es una opción y lo estudia porque le gusta. La chica es joven, ya lo dije. También tiene una pinta especial. El cabello más corto que el mío. Menos de un centímetro para ser más preciso. Blanca, rubia y delgada. Lo primero que veo al sentarme es una protuberante forma de plata que cuelga de su cuello y que baja hasta su pecho. Es como una cruz deformada. Lleva una camiseta negra y aretes. Creo que hasta tiene un pirsin en algún lugar de la cara. No puedo ver su pantalón. Empiezo a hablarle en español y ella me responde con mucha dificultad. No recuerdo qué tontería le dije para lanzar la conversación. Después de cruzar algunas palabras ella me pregunta de dónde vengo. “De Colombia”, le respondo. No se inmuta. Sin embargo, me pide que le hable de mi país y me dice que no conoce nada aparte de Juanes. Ya es algo, y no es ni la droga ni Ingrid Betancourt. “Bien”, me digo a mí mismo. “¿Y Shakira?”, le pregunto para molestarla pues, por su pinta, me imagino que no le debe gustar ni un poquito nuestra estrella barranquillera. En efecto, me pone una cara de pocos amigos. Entiendo el mensaje y me río. Como el tema de Colombia es tan vasto, le pido que me diga lo que sabe. Balbuceando frases en español me dice que no sabe mucho. A veces me cuesta comprenderle. Que sabe de Colombia por la biografía de Juanes y por la letra de sus canciones. Interesante. Me dice que Juanes viene de Medellín, una ciudad sumida en el caos de los carteles de la droga, del tráfico y de la muerte. La dejo que hable. Me dice que la música que más le gusta es el Hard Rock. No me sorprende. Pero entonces, ¿qué viene a hacer Juanes aquí?, me pregunto. Mientras, trato de encontrarle respuesta mi pregunta, ella prosigue. Me dice que ¿@%”# Juanes porque habla de la vida, de la guerra. Como no entiendo bien si le gusta o no le gusta, me quedo con la duda pero no la interrumpo. Me dice que detesta la actitud de sus amigas del colegio porque escuchan a Juanes solo porque es guapo (pinta, en español paisa), “como un Boys’ band”, me dice. Ahí ya no entiendo nada y tengo que salir de mis dudas para poder seguir la conversación. “Pero ¿a ti te gusta o no te gusta?, le pregunto subiendo un poco el tono de voz. Sí sí, a mí me gusta mucho. Ah. Ok. Me dice que sus amigas son “ridículas” pues no saben ni lo que dice Juanes. Le pregunto si sabe que Juanes tenía un grupo de rock que se llamaba Ekhymosis. Hasta ahí la conversación no tenía nada de extraordinario: Colombia, Juanes, violencia, guerra, prejuicios. Lo que me sorprende un poco es que me diga que sí, que conoce Ekhymosis y que tiene canciones en su MP3. Siendo yo colombiano y habiendo crecido escuchando ese grupo, eso me tocó bastante. Qué colombiano iba a creer hace diez o doce años que hoy en un lugar del Este de Francia, a la gente le iba a dar por escuchar una flor en el desierto o Ciudad Pacífico y además llevarlas a todos lados gracias a su MP3. Me alegró mucho saber eso pues pensé inmediatamente en Juanes, en sus orígenes, en sus sueños, que son en cierta medida el reflejo de cada uno de los colombianos que estamos en el extranjero luchando también por sacar nuestros proyectos adelante. Me sentí orgulloso de ser colombiano. Sentí también que lo que he hecho en mis clases sobre Colombia no ha sido en vano y pensé, sobretodo, que tengo que seguir haciéndolo aunque no tenga la notoriedad de los famosos. La chica me pide que le diga si es verdad todo lo que se dice sobre Colombia. Le digo que es muy complicado de explicar en cinco minutos. Sin embargo, me comprometo a hacer varias clases sobre el tema de Medellín, pues una vez más me doy cuenta de que la gente sigue asociando mi ciudad a Pablo Escobar y algunos hasta creen que todavía está vivo. Esta pequeña conversación me motiva e inspira para hacer una clase sobre mi ciudad y su evolución. Juanes gusta o no gusta. Eso está claro y se respeta. Lo que es innegable es que, nos guste o no, cantando en español, ese man ha hecho todo lo contrario que hizo Pablo Escobar: lograr que millones de anónimos en el mundo se metan a internet, se informen y se interesen por lo bueno y lo malo de Colombia. Antes muchos de esos anónimos se conformaban con los documentales basura de los canales extranjeros. Ahora la gente quiere saber más y nos toca a los colombianos del mundo apoyarnos en las bases sentadas por nuestros artistas para que la gente se dé cuenta de la realidad actual de Colombia. Siempre lo he dicho: no se trata de negar la realidad, que sigue siendo dura, sino de invitar a la gente a que se comprometa con el país y su gente en lugar de estar criticando sin saber de lo que hablan. Ahí en diez minutos de conversación ya me salió trabajo como para… varios años.
Editado el 9 de octubre de 2013.
Son las 7 pm. Estoy cansado y no quiero hacer de comer, pero tengo hambre. Decido ir a comer al comedor universitario que queda justo detrás de mi estudio. Llego, no hay mucha gente haciendo fila. Tomo mi bandeja, la deslizo por las barras poniendo a la vez algo de comer y muy rápido me encuentro frente a la señora que cobra. Pago. Tomo de nuevo mi bandeja y me doy media vuelta buscando un sitio donde sentarme. En eso, veo a una de mis estudiantes de español de la facultad de letras. Está sola en su mesa. La conocí unos días antes en nuestro primer curso. Como está sola, me digo que podría ir a comer a su mesa. Vacilo pero finalmente lo hago. Le sonrío y ella se quita los auriculares de los oídos. Sonríe. La chica es joven. Acaba de entrar a la universidad a estudiar… no me acuerdo qué, en la facultad de letras. En todo caso, el español es una opción y lo estudia porque le gusta. La chica es joven, ya lo dije. También tiene una pinta especial. El cabello más corto que el mío. Menos de un centímetro para ser más preciso. Blanca, rubia y delgada. Lo primero que veo al sentarme es una protuberante forma de plata que cuelga de su cuello y que baja hasta su pecho. Es como una cruz deformada. Lleva una camiseta negra y aretes. Creo que hasta tiene un pirsin en algún lugar de la cara. No puedo ver su pantalón. Empiezo a hablarle en español y ella me responde con mucha dificultad. No recuerdo qué tontería le dije para lanzar la conversación. Después de cruzar algunas palabras ella me pregunta de dónde vengo. “De Colombia”, le respondo. No se inmuta. Sin embargo, me pide que le hable de mi país y me dice que no conoce nada aparte de Juanes. Ya es algo, y no es ni la droga ni Ingrid Betancourt. “Bien”, me digo a mí mismo. “¿Y Shakira?”, le pregunto para molestarla pues, por su pinta, me imagino que no le debe gustar ni un poquito nuestra estrella barranquillera. En efecto, me pone una cara de pocos amigos. Entiendo el mensaje y me río. Como el tema de Colombia es tan vasto, le pido que me diga lo que sabe. Balbuceando frases en español me dice que no sabe mucho. A veces me cuesta comprenderle. Que sabe de Colombia por la biografía de Juanes y por la letra de sus canciones. Interesante. Me dice que Juanes viene de Medellín, una ciudad sumida en el caos de los carteles de la droga, del tráfico y de la muerte. La dejo que hable. Me dice que la música que más le gusta es el Hard Rock. No me sorprende. Pero entonces, ¿qué viene a hacer Juanes aquí?, me pregunto. Mientras, trato de encontrarle respuesta mi pregunta, ella prosigue. Me dice que ¿@%”# Juanes porque habla de la vida, de la guerra. Como no entiendo bien si le gusta o no le gusta, me quedo con la duda pero no la interrumpo. Me dice que detesta la actitud de sus amigas del colegio porque escuchan a Juanes solo porque es guapo (pinta, en español paisa), “como un Boys’ band”, me dice. Ahí ya no entiendo nada y tengo que salir de mis dudas para poder seguir la conversación. “Pero ¿a ti te gusta o no te gusta?, le pregunto subiendo un poco el tono de voz. Sí sí, a mí me gusta mucho. Ah. Ok. Me dice que sus amigas son “ridículas” pues no saben ni lo que dice Juanes. Le pregunto si sabe que Juanes tenía un grupo de rock que se llamaba Ekhymosis. Hasta ahí la conversación no tenía nada de extraordinario: Colombia, Juanes, violencia, guerra, prejuicios. Lo que me sorprende un poco es que me diga que sí, que conoce Ekhymosis y que tiene canciones en su MP3. Siendo yo colombiano y habiendo crecido escuchando ese grupo, eso me tocó bastante. Qué colombiano iba a creer hace diez o doce años que hoy en un lugar del Este de Francia, a la gente le iba a dar por escuchar una flor en el desierto o Ciudad Pacífico y además llevarlas a todos lados gracias a su MP3. Me alegró mucho saber eso pues pensé inmediatamente en Juanes, en sus orígenes, en sus sueños, que son en cierta medida el reflejo de cada uno de los colombianos que estamos en el extranjero luchando también por sacar nuestros proyectos adelante. Me sentí orgulloso de ser colombiano. Sentí también que lo que he hecho en mis clases sobre Colombia no ha sido en vano y pensé, sobretodo, que tengo que seguir haciéndolo aunque no tenga la notoriedad de los famosos. La chica me pide que le diga si es verdad todo lo que se dice sobre Colombia. Le digo que es muy complicado de explicar en cinco minutos. Sin embargo, me comprometo a hacer varias clases sobre el tema de Medellín, pues una vez más me doy cuenta de que la gente sigue asociando mi ciudad a Pablo Escobar y algunos hasta creen que todavía está vivo. Esta pequeña conversación me motiva e inspira para hacer una clase sobre mi ciudad y su evolución. Juanes gusta o no gusta. Eso está claro y se respeta. Lo que es innegable es que, nos guste o no, cantando en español, ese man ha hecho todo lo contrario que hizo Pablo Escobar: lograr que millones de anónimos en el mundo se metan a internet, se informen y se interesen por lo bueno y lo malo de Colombia. Antes muchos de esos anónimos se conformaban con los documentales basura de los canales extranjeros. Ahora la gente quiere saber más y nos toca a los colombianos del mundo apoyarnos en las bases sentadas por nuestros artistas para que la gente se dé cuenta de la realidad actual de Colombia. Siempre lo he dicho: no se trata de negar la realidad, que sigue siendo dura, sino de invitar a la gente a que se comprometa con el país y su gente en lugar de estar criticando sin saber de lo que hablan. Ahí en diez minutos de conversación ya me salió trabajo como para… varios años.